3 REGALOS
“Cuando (los sabios) vieron la estrella, ¡Se llenaron de alegría! Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra. …” (Mateo 2:10-12)
Los sabios viajaron desde el oriente miles de kilómetros para ver al rey de los judíos. Cuando finalmente lo encontraron, reaccionaron con alegría y adoración, y le dieron regalos.
Cuán diferente a la forma en que a menudo reacciona la gente hoy en día. Esperamos que Dios venga a buscarnos, dé explicaciones, demuestre quién es y nos dé regalos.
Quienes son sabios todavía buscan y adoran a Jesús no por lo que pueden conseguir, sino por quién es él.
Los sabios presentaron estos regalos costosos como un reconocimiento digno del futuro rey. En dichos obsequios, algunos eruditos identifican símbolos de la identidad de Cristo y de su misión.
El oro era un regalo para realeza; el incienso, para divinidad; y la mirra, una especia para ungir un cuerpo para la sepultura.
Los sabios le llevaron regalos a Jesús y lo adoraron por quién él era. Esta es la esencia de la verdadera adoración: honrar a Cristo por ser quien es y estar dispuesto a darle lo que tu valoras.
Cristo nació por ti, pero también murió por ti. Todo proviene de Él y es para darle la gloria a Él.
Adora a Dios porque es el Creador del universo, perfecto, justo y todopoderoso, digno de lo mejor que tú puedas ofrecer. Encontrar a Jesús puede significar que su vida debe tomar un nuevo rumbo, y estar mucho más atento a sus palabras y dirección en un mundo tan violento e indiferente
Jesús es y será siempre ¡“La Respuesta”!
Los sabios viajaron desde el oriente miles de kilómetros para ver al rey de los judíos. Cuando finalmente lo encontraron, reaccionaron con alegría y adoración, y le dieron regalos.
Cuán diferente a la forma en que a menudo reacciona la gente hoy en día. Esperamos que Dios venga a buscarnos, dé explicaciones, demuestre quién es y nos dé regalos.
Quienes son sabios todavía buscan y adoran a Jesús no por lo que pueden conseguir, sino por quién es él.
Los sabios presentaron estos regalos costosos como un reconocimiento digno del futuro rey. En dichos obsequios, algunos eruditos identifican símbolos de la identidad de Cristo y de su misión.
El oro era un regalo para realeza; el incienso, para divinidad; y la mirra, una especia para ungir un cuerpo para la sepultura.
Los sabios le llevaron regalos a Jesús y lo adoraron por quién él era. Esta es la esencia de la verdadera adoración: honrar a Cristo por ser quien es y estar dispuesto a darle lo que tu valoras.
Cristo nació por ti, pero también murió por ti. Todo proviene de Él y es para darle la gloria a Él.
Adora a Dios porque es el Creador del universo, perfecto, justo y todopoderoso, digno de lo mejor que tú puedas ofrecer. Encontrar a Jesús puede significar que su vida debe tomar un nuevo rumbo, y estar mucho más atento a sus palabras y dirección en un mundo tan violento e indiferente
Jesús es y será siempre ¡“La Respuesta”!