SIEMPRE FRUCTÍFERO Y PRODUCTIVO



»Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.  Él corta de mí toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más. (Juan 15:1-2).

Isaías 32:15 dice: “Hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque”. El Espíritu nos ha sido derramado de lo alto.

Ahora, Él vive en nosotros; y por ello no es necesario que te preocupes ó estreses para ser fructífero y ser productivo. Tu vida, tu ministerio o tu hogar podrán parecer un desierto. Tus finanzas podrán estar en negativo. Lo que necesitas es una nueva mentalidad.

Sacude el viejo “yo” y comienza a pensar en términos de incremento, de crecimiento, de expansión y de productividad; pues esa es la voluntad de Dios para ti.
Podrás decir: “Bien, mi vida ya es fructífera. En ella no hay escasez, y todo va bien”. Verás, hay una gloria mayor. Ese campo fértil puede convertirse en un bosque. En tu vida puede haber aun mayor productividad espiritual, material, económica, académica, etc. Y lo mas importante aprende a despreocuparte de ti, procura a las demás personas ya que hay muchas almas que ganar con el Evangelio, ese es el verdadero fruto y esta es la vida que Dios quiere que vivas.

Es una vida en la cual constantemente progresas en tu relevancia y productividad en toda buena obra, y creces en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:10). Jesús dijo: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8). Una vida fructífera y productiva glorifica a Dios. Ello es una de las evidencias de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.

Él te aporta esa gracia que transforma tu vida, y hace que en ella haya crecimiento, incremento y expansión.