TESTIMONIO DE VICTORIA
“Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.” Santiago 5:16
Estamos acostumbrados a lo instantáneo, a presionar un botón y que se produzca un efecto inmediato. Pero cuando se trata de orar debemos ser pacientes y perseverantes.
De hecho nuestra oración debe ser inspirada por una profunda convicción.
No es el tipo de oración que se pronuncia antes de comer, ni aquella que se declara apresuradamente.
Hay ciertos momentos y situaciones en los que no simplemente declaras la Palabra, sino que perseveras en tu oración. Sigues insistiendo.
Puedes incluso estar repitiendo la misma cosa, con insistencia.
Jesús lo hizo así en el huerto de Getsemaní, pronunciando las mismas palabras en oración; y lo hizo durante toda una hora. No se trató de una oración de dos minutos. Jesús insistió, pues comprendía lo que estaba en juego.
Hoy en día estamos en una situación similar. Es un tiempo crítico, por lo que debes de tomar tu vida de oración muy en serio.
Debes ser siempre ferviente y tener disposición a responder al llamamiento y a la necesidad de la oración desde tu espíritu; declarando la Palabra de Dios y haciendo frente vigorosamente a las fuerzas de las tinieblas.
Aunque tengas la impresión de que nada cambia, sigue insistiendo. Dirás: “¿Y cuándo dejo de orar?”
*¡Dejarás de orar cuando tengas el testimonio en tu espíritu de que se ha consumado la victoria!*