LAS ADVERSIDADES OBRAN A MI FAVOR



“Y sin temor alguno a sus adversarios, lo cual es para ellos señal de destrucción. Para ustedes, en cambio, es señal de salvación, y esto proviene de Dios.”(Filipenses 1:28).

Como hijo de Dios, eres un vencedor siempre. De modo que no te inquietes por quién se oponga a ti, o por las dificultades a las que te enfrentes. Por ejemplo, todo el que se erige como adversario tuyo ciertamente tropezará y caerá.

No te molestes siquiera de orar a propósito de ello, pues la Palabra ya lo afirma así: “Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán” (Salmos 27:1-2 ).

Así pues, los adversarios y las adversidades a las que te enfrentes no cuentan. La Biblia dice: “Pero ustedes, mis queridos hijos, pertenecen a Dios. Ya lograron la victoria sobre esas personas, porque el Espíritu que vive en ustedes es más poderoso que el espíritu que vive en el mundo.” (1 Juan 4:4).

Niégate a desmayar o a desanimarte en el día de la prueba. ¡Dios cree en ti!

Él sabe que te ha instruido lo suficiente para que te enfrentes a esos desafíos y los venzas. Aun cuando hayas orado y parezca que esa dificultad no cede, niégate a rendirte.

Nunca te acobardes ante las dificultades. Nosotros nunca lloramos cuando nos enfrentamos a pruebas.

Tenemos el consuelo de las Escrituras, y la seguridad de que con el Espíritu Santo en nuestras vidas no podemos ser derrotados.

Entretanto que vivas bajo la voluntad de Dios y Su palabra, no habra adversarios ni adversidades, ni en la tierra ni en los lugares celestiales, que puedan dominarte. ¡Gloria a Dios!