NADA QUE TEMER



“Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás” (Salmos 50:15).

Dios le asegura a su pueblo que les librará. Pero Él ahora es nuestra liberación; lo que significa que, sea lo que sea lo que nos pueda sobrevenir, Él nos rescata y nos libra.

Proverbios 12:13 dice: “el justo saldrá de la tribulación”. Esto quiere decir que el justo podrá encontrarse en una situación de dificultad, pero hay una garantía de liberación: Cristo. ¡Cristo es su liberación!

El conflicto en el que te encuentres puede ser fruto de tus propias decisiones, o resultado de un juicio ajeno, o un mal que quiera venir en tu contra, pero en cualquier caso Cristo es la seguridad de que saldrás de ese aprieto. Él es tu liberación. ¡Gloria a Dios!

Que Cristo sea tu liberación significa que Él te auxilia en tus errores. Él llevó no sólo tu pecado, Su yugo es fácil, y en el momento que te pones Su yugo te sacará de cualquier atascadero. Él te auxiliará no porque lo merezcas, sino porque en Cristo Jesús hay rescate: “Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos” (Salmos 40:2). ¡Aleluya!

Así pues, cuando cometas un error o te enredes en un problema, ten valentía de invocar su Nombre, vístete con su yugo todos los días. Ninguna de esas dificultades le intimidan. Por eso dijo el salmista: “Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia” (Salmos 59:16).

Él es tu liberación y tu liberador. Él es el que te rescata de toda dificultad. ¡Gloria a su Nombre por siempre!