FE BASADA EN LOS SENTIDOS Y FE BASADA EN EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL



“Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).

Hay una gran diferencia entre la fe basada en los sentidos naturales y la fe basada en el conocimiento espiritual. La primera es aquella fe que obtenemos por medio de los sentidos corporales, y está en el origen de las invenciones modernas.

La mayor parte de las instituciones que tenemos hoy en día son productos de la fe basada en los sentidos naturales.

De hecho, las personas pasan muchos años en las escuelas, desarrollando su fe en el conocimiento basado en los sentidos.

La fe basada en los sentidos naturales tiene su fundamento en nuestras observaciones, y en aquello con lo que nos relacionamos a través de los sentidos del olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído.

Por eso la gente dice: “Si lo veo, lo creo; si no lo veo, no lo creo”. Esto es así, porque, a lo largo de los años, han desarrollado una fe basada en sus sentidos físicos. Pero ese tipo de fe depende de tu cuerpo físico, que es el que alberga tus sentidos.

Pero tú no eres un cuerpo; tú eres un ser espiritual. Por ello, tus sentidos no pueden comprender a Dios. El hombre no cree con la mente - razona con la mente. Y el versículo de inicio dice que el hombre cree con el corazón, no con la mente; y el corazón es tu espíritu.

Al nacer de nuevo, Dios espera que dejes de vivir tu vida conforme a esa fe basada en los sentidos físicos. 2 Corintios 5:7 dice: “Porque por fe andamos, no por vista”. ‘Vista’, aquí, hace referencia a la percepción de los sentidos físicos.

Romanos 8:13 dice: “Porque si vives conforme a la carne, morirás; mas si por el Espíritu haces morir las obras de la carne, vivirás”. La ‘carne’, aquí, hace referencia a los sentidos; pero tú estás llamado a vivir por fe en la Palabra de Dios.

La fe que es de Dios - la fe espiritual - procede de escuchar la Palabra de Dios. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Cuando la Palabra de Dios viene a ti, ésta viene con fe. La Palabra imparte fe a tu espíritu.

Así es como, por ejemplo, puedes creer que Jesús es el Hijo de Dios; aún sin tener ninguna prueba científica de ello. No necesitas ‘sentir’ que Él es el Hijo de Dios; ni tampoco necesitas recibir la visita de un ángel por la noche, para ser informado de ello.

La Palabra lo afirma; y al oírlo, ese conocimiento espiritual imparte fe a tu espíritu, y por ello lo crees.