EL ALMA PRÓSPERA
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” 3 Juan 1:2
Algo poderoso ocurre cuando fijamos nuestra mirada en aquel en cuya imagen fui creado. Me doy cuenta que la vida de Cristo en mi está obrando hacia un propósito divino que es superior y más poderoso que cualquiera de mis debilidades e imposibilidades.
Este propósito divino está grabado en ti y a pesar que te olvides de el y lo entierres, este permanece. Cuando enfoco mi mirada a lo que es Cristo es como si me conectara a una fuente de electricidad y su ADN en mi fuese reavivado.
En nuestro corazón se conjunta nuestro espíritu y nuestra alma, cuando nuestro espíritu está conectado a la fuente divina que es el Espíritu de Dios entonces se produce el Alma Prospera.
El resultado es una vida abundante que nace de nuestro interior que no está sujeta a la gobernabilidad de estados de animo influenciados por la pobreza ni el Dios de la riqueza, sino que está ligado a una poderosa fuente que nos permite cumplir nuestro propósito divino.
El resultado de un Alma Prospera es romper con ciclos donde mi vida es transportada a través de cimas y valles (éxitos y fracasos) sino que voy llevando una prosperidad continua que nace de un corazón alineado completamente al de Cristo, el cual se desplaza de victoria en victoria.
Lo anterior no es una vida de éxito como la define el mundo, porque el éxito es cumplir con un objetivo pero después vendrá otro.
La prosperidad divina radica en acercarse cada vez más a ser como Jesús porque como lo afirmó el apóstol Pedro “somos nacidos de simiente incorruptible”, de forma que según es la especie de la semilla así serán sus frutos.