SU JUSTICIA ME TRASLADA A SU REINO



“Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5:21).

La justicia es la naturaleza de Dios impartida a tu espíritu al nacer de nuevo, que te concede la capacidad de estar ante Dios sin culpa, inferioridad o condenación.

La justicia es la obra de la gracia divina, que otorga al espíritu humano aceptación, libertad y derechos en la presencia de Dios. Por la gracia de Dios hemos recibido la justicia. Esto es lo que leemos en el versículo de inicio. La justicia es el don de Dios para quienes están en Cristo Jesús, y es concedido por su gracia. Por la gracia, al nacer de nuevo, recibimos la naturaleza de justicia de Dios y fuimos trasladados al Reino de su Hijo amado, donde ahora reinamos y gobernamos con Él.

Juan 1:17 dice: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. Y Romanos 5:17 dice: “... mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. No solo tenemos dominio sobre el diablo y sobre las circunstancias del mundo, sino que además vivimos en la justicia de Dios y vivimos siendo justicia de Dios. Nada ni nadie puede condenarnos, pues Dios nos ha justificado.

Él nos declaró inocentes, y fue justo que Él hiciera esto por nosotros: “Con el propósito de manifestar su justicia en el tiempo presente para que él sea justo y, a la vez, justificador del que tiene fe en Jesús” (Romanos 3:26 RVA-2015). Es tu responsabilidad aceptar tu justicia; es decir, ser consciente de que eres justicia de Dios, y reinar como rey en la vida, ejerciendo potestad sobre Satanás, el mundo y las circunstancias.

La mentalidad de justicia te da esa valentía y confianza para orar y esperar respuestas. Ella te concede potestad sobre los demonios y todas sus manipulaciones. ¡Ella te hace un campeón en la vida! Realmente no importa dónde hayas estado, lo que hayas hecho, o quién hayas sido; ahora eres acepto en Cristo Jesús (Efesios 1:6).

Ahora, en su presencia, tienes libertad. Ya no tienes que tener miedo. Ahora eres libre de expresarte y de ser tú mismo, sin sentimiento de vergüenza ante Él.

Tienes libertad para vivir con gozo y adorarlo, porque eres acepto en Él. ¡Eres su justicia en Cristo Jesús.!

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