EL ORGULLO DEL PADRE

“Él, por su propia voluntad, nos hizo nacer de nuevo por medio de la palabra de verdad que nos dio y, de toda la creación, nosotros llegamos a ser su valiosa posesión.” (Santiago 1:18).


Esta afirmación no describe a todos los hombres y mujeres en el mundo, sino solo a los que hemos nacido de nuevo - a aquellos a quienes Dios dio a luz a través de su Palabra. Nosotros somos sus trofeos, lo primero y los mejor; somos la corona y belleza de Dios y su excelente hechura.

Lo que nos hace únicos es el hecho de que tenemos la misma vida que Él, y estamos en la clase divina. De toda su creación, nosotros somos los llamados a la comunión con Él. Nosotros somos los únicos que alcanzamos la comunión con Él en espíritu y en verdad. Ni siquiera los ángeles tienen ese privilegio.

1 Pedro 2:9 declara: “Mas ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Hemos sido creados para la gloria de Dios. Isaías 43:7 dice: “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” No solo has sido transportado a la gloria de Dios, sino que eres el resplandor de su gloria, y has sido hecho justo en Cristo Jesús.

La Biblia dice que Él es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de su persona (Hebreos 1:3). Y luego, en 1 Juan 4:17, leemos que “como Él es, así somos nosotros en este mundo.”

Has sido engendrado por Dios, y eres su peculiar tesoro. En Deuteronomio 14:2, nos dice: “porque eres pueblo consagrado al Señor tu Dios. Él te eligió de entre todos los pueblos de la tierra, para que fueras su posesión exclusiva.”

Disfruta de tu extraordinaria singularidad. Eres el orgullo del Padre; la niña de su ojo (Zacarías 2:8). Eres esa perla de gran precio!

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