AMA A TUS ENEMIGOS



“Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. …” (Mateo 5:44-45)

Todo lo que Dios te manda que hagas es para tu beneficio. Si te dice que ames a tus enemigos, es porque puedes hacerlo, y además es en tu propio beneficio.

La Palabra nos muestra que el adversario contra el que verdaderamente contendemos no es de carne y sangre: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne…” (Efesios 6:12).

Los creyentes que oran contra sus enemigos lo hacen como consecuencia de su temor, inseguridad e ignorancia.

Si Jesucristo es tu Señor, Maestro y Pastor, entonces nada tienes que temer. David lo comprendía, y así lo afirmó en Salmos 27:1 : “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor?” Ten este mismo entendimiento.

Considera a Salomón, a quién el Señor le dijo: “Pídeme lo que quieras que yo te dé” (2 Crónicas 1:7). Salomón pidió sabiduría y conocimiento. Y Dios le dijo a Salomón: “Por cuanto hubo esto en tu corazón, y pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal…

Sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti” (2 Crónicas 1:11-12).

¡Qué instructivo es esto! El Señor le felicitó por no haber pedido por la destrucción de sus enemigos.

El deseo del Espíritu es la salvación de tus enemigos. Si no se arrepienten, tienen un grave problema. Tu responsabilidad es interceder por ellos y darles palabras por las cuales puedan alcanzar la salvación.

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