SOY EL SUEÑO DE DIOS
Dios anhela que los que quieran aprender a exhibir Su corazón y Sus caminos, se conviertan en colaboradores en el establecimiento de Su Reino y traigan gloria a Su nombre.
El Padre tiene tal anhelo de asociación que Él a veces responde a nuestro clamor de maneras que las malinterpretamos. Nosotros nos fijamos en el problema; Él se fija en el panorama general.
Buscamos su intervención; Él busca a hijos e hijas que parezcan, actúen y vivan como su Hijo, Jesús.
Él desea que vivamos en la autoridad del poder en la que vivió Jesús. ¿Crees que si Dios contesta cada oración para nosotros, solucionando todos los problemas por los que oramos, tendremos esta transformación personal? No.
Él quiere más de nosotros. Tenemos que abordar los problemas a la mano con la mente de Cristo, ejerciendo el poder y la autoridad que se nos da en su nombre, para que crezcamos. La madurez significa representar a Jesús en nuestra generación.
Aceptar Su proceso nos da el privilegio de formar parte de su respuesta.
Colaboramos, cuando Él contesta las oraciones a través de nosotros. Esta vez, nuestra respuesta a Su guía es la clave para el avance. Jesús dijo: “Yo sólo hago lo que veo hacer a mi Padre”. El Padre le mostró a Jesús qué hacer para lograr el milagro.
Tal colaboración está todavía en el corazón de Dios hoy en día, y Él quiere una Esposa que esté plenamente desarrollada hasta la madurez de su Hijo. Somos el objeto de Su deseo, ¡somos Su sueño hecho realidad!
El Padre tiene tal anhelo de asociación que Él a veces responde a nuestro clamor de maneras que las malinterpretamos. Nosotros nos fijamos en el problema; Él se fija en el panorama general.
Buscamos su intervención; Él busca a hijos e hijas que parezcan, actúen y vivan como su Hijo, Jesús.
Él desea que vivamos en la autoridad del poder en la que vivió Jesús. ¿Crees que si Dios contesta cada oración para nosotros, solucionando todos los problemas por los que oramos, tendremos esta transformación personal? No.
Él quiere más de nosotros. Tenemos que abordar los problemas a la mano con la mente de Cristo, ejerciendo el poder y la autoridad que se nos da en su nombre, para que crezcamos. La madurez significa representar a Jesús en nuestra generación.
Aceptar Su proceso nos da el privilegio de formar parte de su respuesta.
Colaboramos, cuando Él contesta las oraciones a través de nosotros. Esta vez, nuestra respuesta a Su guía es la clave para el avance. Jesús dijo: “Yo sólo hago lo que veo hacer a mi Padre”. El Padre le mostró a Jesús qué hacer para lograr el milagro.
Tal colaboración está todavía en el corazón de Dios hoy en día, y Él quiere una Esposa que esté plenamente desarrollada hasta la madurez de su Hijo. Somos el objeto de Su deseo, ¡somos Su sueño hecho realidad!
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