CRISTO ES CELOSO DE SU IGLESIA
“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:3-5).
Antes de su conversión, Saulo causaba estragos en la Iglesia, persiguiendo a los cristianos por todas partes; hasta que tuvo aquel encuentro con el Señor, que lo interceptó y le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Jesús se identifica íntimamente con su Iglesia. El Maestro no le dijo: ‘Saulo, ¿por qué persigues a mis seguidores?’ El Señor se expresó de manera personal, porque somos uno con Él.
Un ataque a la Iglesia es un ataque a Jesús; pues Él es la Vid y nosotros (la Iglesia) somos los pámpanos. Tenemos su mismísima vida. Él nos ha traído a la unión consigo mismo. Recuerda siempre que todo lo que hagas, ya sea a favor o en contra de la Iglesia, es hacia Cristo.
Perseguir o criticar a la Iglesia es perseguir y juzgar a Jesús, pues Él es la cabeza de su Iglesia: “Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).
La cabeza y el cuerpo responden al mismo nombre – Cristo. Así pues, somos miembros del Cuerpo de Cristo. Habiendo nacido de nuevo, has sido bautizado en el cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:27 dice: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”. Y como miembros del Cuerpo de Cristo no respondes a un nombre diferente del que lleva la cabeza o el cuerpo, que es Cristo.
Comprende quién eres, dónde estás, y lo que tienes. Eres uno con Cristo. Cuando Él resucitó de los muertos, tú fuiste resucitado juntamente con Él. Ahora que Él está sentado en el trono de Majestad, tú estás sentado juntamente con Él en ese lugar de potestad, gloria y autoridad.
Así pues, ¡ejerce tu autoridad en el mundo, y domina tu entorno consciente que Cristo es uno contigo!
Antes de su conversión, Saulo causaba estragos en la Iglesia, persiguiendo a los cristianos por todas partes; hasta que tuvo aquel encuentro con el Señor, que lo interceptó y le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Jesús se identifica íntimamente con su Iglesia. El Maestro no le dijo: ‘Saulo, ¿por qué persigues a mis seguidores?’ El Señor se expresó de manera personal, porque somos uno con Él.
Un ataque a la Iglesia es un ataque a Jesús; pues Él es la Vid y nosotros (la Iglesia) somos los pámpanos. Tenemos su mismísima vida. Él nos ha traído a la unión consigo mismo. Recuerda siempre que todo lo que hagas, ya sea a favor o en contra de la Iglesia, es hacia Cristo.
Perseguir o criticar a la Iglesia es perseguir y juzgar a Jesús, pues Él es la cabeza de su Iglesia: “Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).
La cabeza y el cuerpo responden al mismo nombre – Cristo. Así pues, somos miembros del Cuerpo de Cristo. Habiendo nacido de nuevo, has sido bautizado en el cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:27 dice: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”. Y como miembros del Cuerpo de Cristo no respondes a un nombre diferente del que lleva la cabeza o el cuerpo, que es Cristo.
Comprende quién eres, dónde estás, y lo que tienes. Eres uno con Cristo. Cuando Él resucitó de los muertos, tú fuiste resucitado juntamente con Él. Ahora que Él está sentado en el trono de Majestad, tú estás sentado juntamente con Él en ese lugar de potestad, gloria y autoridad.
Así pues, ¡ejerce tu autoridad en el mundo, y domina tu entorno consciente que Cristo es uno contigo!
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