¡SORPRÉNDENTE! TODA LA CREACIÓN OBEDECE
“Les aseguro que, si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá.” (Marcos 11:23)
Las palabras de Jesús que acabamos de leer a propósito de que nuestras palabras de fe tienen poder y producen resultados son extraordinarias; pero aún hay más, y es que le podemos hablar a cualquier cosa. ¡Sí, A CUALQUIER COSA!
Toda la creación, tanto viva como inerte, tiene inteligencia. Esto es bien claro en la Palabra de Dios. Jesús le habló al viento y al mar (Marcos 4:39); e incluso a un árbol.
Cuando estudias el primer capítulo del Génesis, comprendes que todo tiene inteligencia. En el tercer versículo, la Biblia dice: “Y Dios dijo...” A lo largo del capítulo, vemos cómo Dios dio la Palabra y creó todas las cosas, las cuales recibieron inteligencia.
Por ejemplo, cuando le ordenó al agua que produjera peces, el agua retuvo esa instrucción y produjo los peces. Tanto el agua, como los peces que resultaron, quedaron conectados a la programación que la Palabra de Dios les dio.
Al hablarle a estos elementos, Dios les comunicó y les programó energía en su interior. Así pues, como hijo de Dios, cuando hables, asegúrate que lo que dices es coherente con la Palabra.
Recuerda que tus palabras están impregnadas de poder y autoridad.
Háblale a tu cuerpo, a tu coche, a tus negocios, a las herramientas que usas en tu trabajo, a tu mobiliario y a todo lo que tengas; pues todo tiene inteligencia.
Declara lo que quieres ver, y lo que quieres que produzcan; y así será. Usa tu boca y tus palabras para dirigir el curso de tu vida y programar tu vida para la excelencia; de victoria en victoria, y de gloria en gloria.
Las palabras de Jesús que acabamos de leer a propósito de que nuestras palabras de fe tienen poder y producen resultados son extraordinarias; pero aún hay más, y es que le podemos hablar a cualquier cosa. ¡Sí, A CUALQUIER COSA!
Toda la creación, tanto viva como inerte, tiene inteligencia. Esto es bien claro en la Palabra de Dios. Jesús le habló al viento y al mar (Marcos 4:39); e incluso a un árbol.
Cuando estudias el primer capítulo del Génesis, comprendes que todo tiene inteligencia. En el tercer versículo, la Biblia dice: “Y Dios dijo...” A lo largo del capítulo, vemos cómo Dios dio la Palabra y creó todas las cosas, las cuales recibieron inteligencia.
Por ejemplo, cuando le ordenó al agua que produjera peces, el agua retuvo esa instrucción y produjo los peces. Tanto el agua, como los peces que resultaron, quedaron conectados a la programación que la Palabra de Dios les dio.
Al hablarle a estos elementos, Dios les comunicó y les programó energía en su interior. Así pues, como hijo de Dios, cuando hables, asegúrate que lo que dices es coherente con la Palabra.
Recuerda que tus palabras están impregnadas de poder y autoridad.
Háblale a tu cuerpo, a tu coche, a tus negocios, a las herramientas que usas en tu trabajo, a tu mobiliario y a todo lo que tengas; pues todo tiene inteligencia.
Declara lo que quieres ver, y lo que quieres que produzcan; y así será. Usa tu boca y tus palabras para dirigir el curso de tu vida y programar tu vida para la excelencia; de victoria en victoria, y de gloria en gloria.
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