UN CORAZÓN AGRADECIDO
“Dando siempre gracias por todo al Dios
y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo” (Efesios 5:20)
Hay personas que no comprenden el valor y el poder de un corazón agradecido, y están siempre llenos de lamentaciones. Si no se están quejando
de la situación económica, se estarán lamentando de dolores en su cuerpo, o de cualquier otro problema.
Rara vez se les ve contentos; porque están ciegos a todas las cosas buenas que suceden en y alrededor de sus vidas, y por las cuales deberían estar agradecidos.
Hay otros que no aprecian ni reconocen el progreso que ha habido en sus vidas, ni las bendiciones que han recibido de Dios.
La vida en sí mismo es un don de Dios que hemos de disfrutar a diario. El hecho de que puedas pensar que mereces algo mejor, por sí solo, ya
es una bendición.
El cada vez ser más guiado por el Espíritu Santo en tu vida, por ejemplo, es una bendición muchos más grande que cualquier otra bendición material que pudieras recibir. De hecho, esto es lo que provocará que haya muchas bendiciones materiales en tu vida.
Las riquezas y los bienes materiales nunca te van a dar satisfacción. Así pues, aprende a contentarte y a
estar agradecido por todo lo que el Señor te ha dado, todo lo que ha puesto a tu disposición, y todo lo que
ha hecho por ti.
Sírvele con gozo, dándole la primacía en tu vida.
Sé agradecido e ilusiónate por tu vida en Cristo: por la gloria y la justicia que se manifiestan en tu vida; así como por su poder, sabiduría y gracia, por los cuales vives triunfalmente a diario.
y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo” (Efesios 5:20)
Hay personas que no comprenden el valor y el poder de un corazón agradecido, y están siempre llenos de lamentaciones. Si no se están quejando
de la situación económica, se estarán lamentando de dolores en su cuerpo, o de cualquier otro problema.
Rara vez se les ve contentos; porque están ciegos a todas las cosas buenas que suceden en y alrededor de sus vidas, y por las cuales deberían estar agradecidos.
Hay otros que no aprecian ni reconocen el progreso que ha habido en sus vidas, ni las bendiciones que han recibido de Dios.
La vida en sí mismo es un don de Dios que hemos de disfrutar a diario. El hecho de que puedas pensar que mereces algo mejor, por sí solo, ya
es una bendición.
El cada vez ser más guiado por el Espíritu Santo en tu vida, por ejemplo, es una bendición muchos más grande que cualquier otra bendición material que pudieras recibir. De hecho, esto es lo que provocará que haya muchas bendiciones materiales en tu vida.
Las riquezas y los bienes materiales nunca te van a dar satisfacción. Así pues, aprende a contentarte y a
estar agradecido por todo lo que el Señor te ha dado, todo lo que ha puesto a tu disposición, y todo lo que
ha hecho por ti.
Sírvele con gozo, dándole la primacía en tu vida.
Sé agradecido e ilusiónate por tu vida en Cristo: por la gloria y la justicia que se manifiestan en tu vida; así como por su poder, sabiduría y gracia, por los cuales vives triunfalmente a diario.
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