PROMOCIONES DIVINAS



“Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor.”(1 Pedro 5:6)

No es posible alcanzar la verdadera grandeza en el Reino sin valorar la grandeza de los demás.

Desde el razonamiento humano es imposible entender la imagen del Rey de reyes poniéndose una toalla sobre Su brazo para lavarles los pies de sus discípulos. Es un ejemplo absolutamente impresionante de humildad.

La humildad forma parte del Reino; el orgullo es la raíz de todo mal. Pero la búsqueda de la grandeza no es necesariamente mala. De hecho, parece que los que pasaron tiempo con Jesús tenían deseos latentes despiertos en ellos con respecto a su propio significado.

Como resultado de ello Jesús nunca reprendió a Sus discípulos por su deseo de grandeza. Él simplemente lo redefinió, señalando a un niño.

Cuando Dios nos bendice, tenemos que mantener y aumentar el grado de humildad que nos llevó a ese lugar.

La bendición no nos posiciona para construir nuestros propios reinos. Simplemente aumenta nuestra responsabilidad para usar Su favor por el bien de los demás. Es la manera en que crece este Reino en impacto e influencia.

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