MÁS ORACIÓN MÁS IMAGINACIÓN



_“Cuando El Señor hiciere volver la cautividad de Sion, Seremos como los que sueñan.”_(Salmos‬ ‭126:1‬)

La oración y la imaginación son directamente proporcionales entre sí; mientras más ores, más crece tu imaginación, porque el Espíritu Santo aumenta su tamaño con sueños que son del tamaño de Dios.

Una prueba segura de la madurez espiritual es ver si tus sueños se están volviendo mayores, o menores. Mientras más edad tengas, más fe deberías tener, porque has experimentado más la fidelidad de Dios. Y es su fidelidad la que aumenta nuestra fe y ensancha nuestros sueños.

Ciertamente, no tiene nada de malo que camines de vez en cuando por la senda de la memoria, pero Dios quiere que sigas soñando hasta el día en que mueras.

Nunca somos demasiado viejos para perseguir los sueños que Dios nos pone en el corazón. Y para que quede constancia, nunca somos demasiado jóvenes tampoco. La edad nunca es una excusa válida.

 ¿Es posible que un hombre sueñe continuamente durante setenta años? Nunca dejarás de soñar, si nunca dejó de orar.

¿Y cómo habría podido, después que Dios había respondido a su imposible oración para pedirle lluvia? Una vez que hayas experimentado un milagro como ese, sigues creyendo que Dios te va a conceder milagros más grandes y mejores aún. Si sigues orando, seguirás soñando, y viceversa, si sigues soñando, seguirás orando.

Soñar es una forma de orar, y orar es una forma de soñar. Mientras más ores, más grandes se volverán tus sueños. Y mientras más grandes se vuelvan tus sueños, más tendrás que orar.

En ese proceso de trazar unos círculos de oración cada vez mayores, se amplía la esfera de la gloria de Dios.

La fecha de nuestra muerte no es la fecha que escriben en la lápida de nuestro sepulcro. El día en que dejemos de soñar, es el día en que comenzaremos a morir.

*Cuando sacrificamos la imaginación en el altar de la lógica, le robamos a Dios la gloria que le pertenece a él con todo derecho.*

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