HERENCIA QUE MERECE SER EXPLORADA



“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,” ‭‭2 Pedro‬ ‭1:3‬ ‭

Imagínate que recibes una gran herencia de miles de hectáreas de tierra. Imagínate de pie en una colina y que el abogado te señale una cresta en la distancia, y diga: “Tú eres dueño de todo entre aquí y allá”. Luego imagínatelo señalando en otra dirección y anunciando que tú eres el propietario de toda la tierra hasta donde tus ojos ven.

Verlo desde la distancia y estar satisfecho con la propiedad sería un insulto para los que pagaron un gran precio por dejarme algo para disfrutar. Así es en el Reino.

Lo que Jesús nos dio, lo que le costó todo, debe ser explorado a fondo. Y la fe es el vehículo que nos lleva a esa gran aventura. Demasiados creyentes pasan la vida parados en esa colina, declarando lo que es suyo, pero en realidad nunca lo experimentan de primera mano.

El pronunciamiento de la propiedad incluso envuelve el elemento del orgullo con declaración tras declaración, a medida que proclaman su gran autoridad y propósito.

Está bien que eso sea un punto de partida, pero es una gran tragedia cuando nos quedamos allí. Lo que Dios proveyó para nosotros no estaba destinado a ser reducido a una declaración. ¡Más bien, estuvo destinado a ser la invitación a buscar, poseer y disfrutar!

Es la invitación a una aventura, el último viaje, pues todo lo que le pertenece a Jesús es nuestro para que lo disfrutemos. Es ilimitado en su alcance y jamás puede ser explorado por completo en esta vida. Pero esa no es excusa para permanecer inactivos.

¡Este Reino se debe disfrutar!

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