TU RELACIÓN CON EL ESPÍRITU SANTO



“Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes...” (Hechos 1:8)

Hay una diferencia entre la persona del Espíritu Santo, y lo que imparte el Espíritu Santo. En las escrituras leemos que los enfermos eran sanados cuando les llevaban las prendas o pañuelos que apenas habían tocado la piel del apóstol Pablo (Lee Hechos 19:12).

El Espíritu Santo no estaba en esas prendas; pero sí su poder.  Los cristianos somos el más grande e idóneo recipiente del poder del Espíritu.

Él vive en ti como Persona, y además ha impartido tu cuerpo por entero con su poder. He aquí donde muchos se han equivocado: parecen ser más conscientes del poder que de la persona del Espíritu Santo.

Podrás estar investido del poder del Espíritu Santo, y no tener comunión con la Persona del Espíritu Santo; y eso es peligroso. Sucedió en los tiempos de la Biblia, y sigue sucediendo hoy en día.

Por ejemplo, Sansón había recibido el poder de Dios, que residía en su cabello; pero no estaba viviendo rectamente. Desatendió la Palabra de Dios, y se enamoró de una mujer filistea. Sansón sabía que sus decisiones eran erróneas; pero confiaba en que, cuando las cosas fueran mal, solo tendría que activar el poder de Dios que residía en él.

Sansón sabía cómo conectar con ese “poder”, y avivarlo (Jueces 16:20); pero no estaba en comunión con la “Persona del Espíritu Santo.” En consecuencia, pagó un precio muy caro por tal error.

Así es como muchas personas aún actúan hoy en día. Hay quienes usan el poder de Dios para sanar enfermos y echar fuera demonios; pero no tienen verdadera comunión con el Espíritu Santo. Lo único que tienen es la impartición del Espíritu. Dios no quiere eso.

Tu comunión con el Espíritu Santo es lo más importante en tu vida. Dedica tiempo a diario a tener especial comunión con Él, y verás cómo te revela misterios sobre tu vida, tu futuro, tu familia, tu trabajo, tus finanzas y todo lo que te concierne.

Con Él levantarás tu vuelo bien alto y navegarás victoriosamente en la vida. ¡Aleluya!.

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